Thursday, June 25, 2015

Evolución y devenir humano






Todos los seres vivos están emparentados entre sí. Se han desarrollado a través de largos períodos evolutivos, desde estadios primitivos hasta la formación de organismos superiores cada vez más complejos. Este descubrimiento se halla indisolublemente unido a los nombres de Haeckel y Darwin y forma parte, sin lugar a dudas, de los grandes hallazgos de la Biología moderna.

El enigmático, aunque innegable parentesco del hombre con el animal se documenta de manera impresionante por medio de la organización vertebral animal, por el hecho de que el hombre comienza su vida como lactante, mamando del pecho materno como cualquier mamífero.





Pero, ¿cómo se ha podido llegar a que millones de personas se contemplen a sí mismas como ejemplares superiores de mamíferos, estrechamente emparentados con los primates y, al mismo tiempo, a considerarse como el producto casual de un juego sin sentido de la Naturaleza?

Esto tiene que ver con la unilateralidad del darwinismo y con la falsificación del núcleo verdadero de la teoría evolutiva a causa de opiniones materialistas preconcebidas. Quien frente a las causas de la evolución y a las mutaciones casuales sólo considera algunos factores externos como la «lucha por la existencia», la «selección natural» y otros de tipo ambiental y niega todo principio espiritual obrante, tiene que llegar forzosamente a una concepción del hombre desprovista de espíritu.

¿Podemos percatarnos claramente de los efectos devastadores que esto conlleva para el sentimiento humano de autoestimación y para la vida práctica, cuando se concibe al hombre únicamente como un producto de la herencia y del medio ambiente? ¿Cómo deben ser entendidos los derechos humanos de este «mamífero», o quizás «depredador inteligente»? Una respuesta a esta pregunta la podemos encontrar históricamente en la acción de un partido político, que gobernando durante doce años, a partir de 1933, tuvo el «valor», de llevar estos postulados a sus últimas consecuencias: aplicó a la vida social las máximas de un darwinismo teórico y de la biología moderna. Este partido manipuló al hombre de manera consecuente según su concepción de la especie humana: el hombre es un ser pasajero determinado por su nación, por la raza, por la «sangre» (herencia) y por la «tierra» (ambiente). ¿Hemos superado en realidad los fantasmas de esa época? ¿No nos amenazan todavía un
nacionalismo y un racismo alimentados por la misma ciencia, así como «una lucha por la existencia» (¡lucha por el poder!)? ¿No nos amenaza todo ello con precipitar la humanidad hacia una nueva catástrofe todavía mayor?

La pregunta sobre el verdadero ser del hombre, sobre su verdadera procedencia y su relación con el mundo animal, es en realidad una de las preguntas existenciales más profundas que conmueven a cada ser humano. ¿Qué hace humano al ser humano? (Esto es lo que se pregunta el escritor yugoslavo Gajo Petrowic en su libro Contra el marxismo autoritario) (Wider den autoritarem Marxismos. Deutsche Verlagsanstalt 1968). ¿Qué significa plantear la pregunta: qué es el hombre? Quizás significa empezar a buscar esas cualidades particulares o propiedades que diferencian al hombre de todos los demás animales. Él lo percibe en la naturaleza «integral» de su ser, del ser del hombre, pero también es consciente de que «ninguna ciencia en particular responde a lo que este ser integral es, aquello que le hace ser hombre en cada una de sus actividades o aspectos».





La mera alusión de la religión, sobre la «inmortalidad del alma», de una visión humanista sobre una «individualidad libre»; o la alusión de la filosofía sobre el «espíritu humano», son incapaces de satisfacer por sí mismas y menos de convencer al hombre actual penetrado de un pensamiento científico. El hombre de hoy, en el caso de que existan tales verdades espirituales puede exigir con todo derecho una Biología y una Antropología modernas capaces de tender un puente para su comprensión científica Precisamente aquí intentamos tender este puente según las consideraciones
aportadas por una Antropología y Ciencia Espiritual de orientación antroposófica. La ciencia natural ha desarrollado sus métodos de investigación partiendo de lo inanimado, cayendo en el prejuicio de que lo aplicado en el campo de lo inorgánico se puede aplicar sin más al mundo de lo animado. 

Debido a ello ha llegado de manera forzada a conceptos unilaterales y mecanicistas, a negar la espiritualidad humana y a valorar erróneamente su naturaleza. Sólo ha podido captar lo externo.
A continuación deberá desarrollarse un método de observación apropiado para lo orgánico que, en principio, aparecerá como desacostumbrado. 

Este método presupone un nuevo pensar, es decir la disposición fundamental del lector para pensar
en múltiples direcciones, así como la imparcialidad para considerar, al menos hipotéticamente, la posibilidad de la existencia de verdades suprasensible,



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