Thursday, June 25, 2015

El significado oculto de la sangre (Parte I)


“ La sangre es un fluido muy especial”




Todos sabréis, indudablemente, que el epígrafe de esta obrita está tomado del
Fausto, de Goethe. En dicho poema se dice que Fausto, el representante del más
elevado esfuerzo humano, entra en un pacto con los poderes malignos,
representados, en dicha obra, por Mefisófeles, el emisario del Infierno. Fausto está
a punto de firmar un contrato con Mefistófeles, quien le pide lo firme con su
propia sangre. Fausto, al principio, lo mira con curiosidad; pero sin embargo,
Melistófeles emitió la siguiente sentencia que Goethe deseaba se considera con toda
seriedad: “La sangre es un fluido muy especial”.
Ahora bien, con referencia a este pasaje del Fausto de Goethe, nos encontramos
con un rasgo curioso en los llamados comentadores de Goethe. Por supuesto, la
literatura referente a la versión que de la Leyenda del Fausto hace Goethe es
enorme. Es una literatura de tan estupendas dimensiones que se necesitarían
bibliotecas enteras para almacenar tanto libro, y naturalmente, no nos es posible
detenernos en los varios comentarios hechos por esos intérpretes de Goethe sobre
ese pasaje particular.


Ninguna de las interpretaciones sugeridas arroja mayor luz, sobre la citada
sentencia, que la explicación dada por uno de sus últimos comentadores, el
profesor Minor. Él, como los demás, habla de la misma como si se tratara de una
observación irónica de Mefistófeles, y refiriéndose al asunto hace la siguiente
indicación, realmente curiosa, a la que es necesario prestar la mayor atención,
porque es de sorprenderse el oír las extrañas conclusiones a que son capaces de
arribar los comentadores de Goethe.


El profesor Minor hace notar que “el Mal es un enemigo de la “sangre” y añade
que, como la sangre es la que sostiene y preserva la vida, el Mal, que es el enemigo
de la raza humana, debe ser, por consiguiente, el enemigo de la sangre”. Entonces
–con toda exactitud- llama la atención sobre el hecho de que aun en las más
antiguas versiones de la leyenda del Fausto -como sucede con toda las leyenda en
general- la sangre siempre juega el mismo papel.




En una antigua obra sobre la materia se relata circunstancialmente que Fausto se
hizo una pequeña incisión en la mano izquierda con un cortaplumas, y que al
tomar la pluma para firmar el contrato la sangre que brotaba de la herida formó
las siguientes palabras: “¡Oh, hombre!, escápate”. Todo esto es bastante auténtico;
pero ahora viene la observación de que el Mal es un enemigo de la sangre y de que,
por esta razón, Mefistófeles exigió que la firma se escribiera con sangre. Sería de
preguntar cómo es que alguien desea una cosa por la que tiene tanta antipatía. La
única explicación razonable que puede darse, no solamente sobre el significado de
este pasaje de Goethe, sino también con referencia a todas las demás leyendas que
trata del asunto, es que, para el diablo, la sangre era algo muy especial y que no
era, en manera alguna, cuestión de indiferencia para él que el contrato se firmara
con tinta ordinaria o con sangre.